lunes, 2 de diciembre de 2019

Fly Tying Desk Project (IV y última)

Pues tras acabar la librería e instalarla, la mesa de montaje ya estaba lista. Ha sido un año de trabajo, a ratos, en un garaje y con herramientas de bricolaje en su mayoría.

No tengo estudios ni experiencia en la madera, más allá de algunos muebles sencillos. Casi todos mis conocimientos vienen de ver vídeos en Youtube y algunos libros que me he ido comprando estos meses. Por eso la mesa tiene algunos pequeños fallos y también por eso no tiene un diseño más elaborado (la creatividad no es uno de mis fuertes) pero si puedo decir que es bastante funcional y práctica. 

Animo a cualquiera que tenga en mente una que se la haga. Si yo la hice, cualquiera puede hacerla. Solo se necesita un poco de constancia y paciencia.









La mesa realmente ha sido terminada cuando coloqué en ella todos mis libros y el material de montaje. Cuando le instalé las luces y puse en el centro el torno de montaje, porque ese es su fin último: montar moscas en ella.


No puedo negar que estoy orgulloso y más contento que un perro con dos colas. No se si es la más bonita o no, pero es la mía y la he hecho yo. Soñaba desde hace años con tener un sitio así para montar moscas, pero el alto coste que tenía mandarla hacer, o el vértigo de embarcarme un proyecto así, hizo que año tras año se fuera posponiendo.


La mesa ya ha sido estrenada hace unas semanas. Al lado le he hecho una cama a mi socio peludo para que duerma junto a ella y al radiador. Pesa una barbaridad, es solida y estable. No creo que de aquí salgan mejores moscas, pero si que las haré más feliz.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Fly Tying Desk Project (III)

Una vez acabadas las cajoneras, procedí a lijarlas a conciencia. También le di a la tapa de la mesa sus medidas definitivas en 180 x 75 Cm. Fresé los cantos para hacerlos redondeados y lijé, lijé y lijé... odio lijar!


Luego procedí a darles el acabado final. Opté por Aceite Danés, que penetra unos mm. dentro de la madera y le da al roble un acabado dorado muy bonito. También me gusta este aceite porque a diferencia del barniz, la madera no queda recubierta de una película dura, sino que sigue siendo madera al tacto.


Al aceitar, la madera coge un tono espectacular! Al final le dí tres capas a las cajoneras y cinco capas a la tapa de la mesa. Entre capa y capa dejé pasar uno o dos días.

La primera capa la di con brocha. Muy generosa. Luego con un trapo limpio quité el exceso de aceite y dejé secar. Las siguientes ya las dí a muñequilla. Entre capa y capa le daba un lijado tremendamente suave con lana de acero de 0000.


Mientras secaba el aceite, me dediqué a la fabricación de los cajones. Los hice con contrachapado (triplay) de abedul de 19 mm. Quería un contraste de maderas entre el dorado del roble y el claro del abedul.


Tras redimensionar los tableros de contrachapado a las medidas adecuadas, monté los cajones con el sistema Kreg. No es mas que un sistema para unir las tablas mediante tornillos que van ocultos en diagonal por dentro de la madera. No usé cola por si algún día tenía que desmontar los cajones para cambiar los fondos, pues con el tiempo a veces se comban, y estos cajones están diseñados para soportar el peso de mucho material de montaje.


El acabado de los cajones se lo dí con barniz incoloro satinado en spray. Me interesaba mantener el claro de la madera de abedul, pero protegido para evitar las manchas de la madera al meter y sacar cosas de los cajones.
Para instalarlos en la cajonera usé guías telescópicas con un aguante de 50 Kg. por si acaso. Burro grande ande o no ande. Los cajones quedaron con una medida de 50 x 65 Cm., realmente espaciosos.


No escatimé en tornillos, no fuera a ser... Aunque pueda parecer feo en principio, todos esos agujeros quedarán tapados por el frontal de los cajones, y los de la parte de atrás nunca se verán, quedando los laterales limpios de tornillería.


Los frontales los hice también en madera de roble de 25 mm de grosor con acabado en aceite danés. Los uní al cajón con una herramienta de Rockler que te ayuda un montón a situar todos los frontales en la misma posición y totalmente alineados unos con otros.


La unión no fue más que media docena de tornillos atornillados desde el interior. Un buen sistema si alguna vez hay que desmontar los cajones para algún arreglo o restauración.



A estas alturas el ánimo me crecía por momentos, pues tras unos meses  de trabajar a ratos en la mesa, ya se iban viendo resultados.


Una vez puestas las tapas, solo quedó rematarlas con unos tiradores en forma de concha, de color bronce envejecido. Me gusta este estilo más antiguo para un mueble así.


Tras acabar la mesa, y con algunas dificultades en el transporte por el tamaño y el peso de las piezas, pude por fin ver la mesa montada en la habitación que hemos dejado reservada para el montaje de moscas en nuestra nueva casa.
La unión entre la mesa y las cajoneras fue con unas escuadras reforzadas (media docena por cajonera) y tornillería gruesa de 5mm. Así no nos quedaremos con la tapa en la mano al mover la mesa.
Un detalle que no se ve y que se me ocurrió a última hora, es el de pegarle al mueble unos fieltros por la parte de abajo antes del montaje final. Ayuda mucho luego a la hora de deslizar la mesa, pues levantarla para moverla no es una opción con tanto peso. 


No soy ningún experto diseñando muebles. De hecho es el más complejo que he hecho hasta la fecha, pero estoy satisfecho con el resultado. Es una mesa cómoda, amplia y de una madera que me encanta.


Tras acabar la mesa, pensé que quedaba algo desnuda, así que decidí hacerle una pequeña librería en forma de puente que iría encima. Para ello usé chapado en roble natural de 19 mm.
Primero creé dos estanterías que serían las columnas sobre las que iba apoyado el puente. Uní las diferentes partes con el sistema de Domino. Luego, para darle mejor aspecto y mayor fuerza estructural, fui forrando los laterales con tablas de roble de 25 mm. de grosor. Estas tablas iban encoladas y clavadas con pines al tablero. También le hice unos agujeros para poder colocar una balda móvil a diferentes alturas.


Luego fabriqué lo que sería el puente. En un principio había pensado hacerle tres cajones, pero luego pensé que era perder mucho espacio y aumentar demasiado el peso, así que solo dejé los huecos, sin cajón.


El puente lo uní a las columnas mediante ocho tornillos gruesos. Tenía miedo que con el tiempo se cediera y se combara, así que lo reforcé todo lo que puede con listones roble de 3 cm de grosor, haciendo que el puente no solo estuviera atornillado, sino que descansara en las columnas, para evitar en todo lo que pudiera el futuro combado. Ya veremos...


Poco a poco fui forrando toda la librería con listones de roble, tapando todos los cantos y dejando un aspecto como si todo fuera de madera natural, aunque sin tanto peso. El conjunto se puede dividir en tres partes para un mejor transporte.


Luego lo aceité todo y le fabriqué una trasera en chapado de roble. La trasera no la aceité, sino que le di un barniz al agua incoloro, para que tuviera un color más claro e hiciera también contraste con las partes aceitadas.

Luego lo desmonté todo y procedí a montarlo encima de la mesa. Eso lo mostraré una última entrega de esta serie dedicada a la construcción del escritorio de montaje.