domingo, 19 de diciembre de 2021

Aventuras y desventuras de un novato del bambú. Acabados finales y estreno (VIII)

 En esta última entrada sobre la fabricación de la caña de bambú, hablaré muy por encima del anillado y su barnizado, así como las primeras impresiones con ella en el río.  Ha sido mi primera caña y nunca había anillado otra, ni siquiera de grafito.

Como anillas usé un kit para una caña de 8 píes, pero una no la usé y la de salida la cambié por una anilla de Ágata (aunque no de las caras). No son las mejores anillas del mercado, pero como al final esto solo era un primer intento, no quería gastarme una fortuna en anillas caras en esta primera.


He usado un viejo aparato que me regaló Paco para anillar. Además cuenta con un motor lento que mediante una correa, permite barnizar y secar hasta cuatro tramos a la vez.


Esto de anillar tiene su ciencia. No me voy a extender pues hay multitud de vídeos y libros donde buscar la información de como anillar y os lo relatarán mejor que yo. Solo puedo decir que hay que tener paciencia y ser metódico. Una caña puede estar bien construida, pero si luego la vestimos mal, quedará fea a la vista y en una caña de bambú la estética importa mucho.

Dicho esto, debo decir que a mi no se me dio muy bien. Tampoco tenía muchos hilos a elegir para hacer el anillado y tal vez no quedó todo lo bonita que yo quisiera. Poco a poco las anillas me quedaron bien atadas, pero con el tema del barnizado tuve mis problemas y algunas anillas parecía que nunca querían secarse, quedando el tacto algo gomoso. Unas si secaron y otras no. Desconozco el por qué.
Usé un epoxi de una sola capa y que era demasiado "grueso". Me costó repartirlo con el pincel. Para la próxima vez usaré un epoxi más "delgado" aunque deba darle mas de una mano.


La capa de barniz no la dejé muy gruesa. No me gustan las ligaduras gordas. Un consejo que si puedo daros es que hagáis pruebas con los hilos para anillar, pues cuando los barnizas cambian de color. Algunos solo un poco y otros oscurecen mucho.

Tras unas cuantas horas dando vueltas en el motor de secado, los dos tramos quedaron listos para su prueba en el césped.
Me asombró lo bien que se comporta en el lance para ser un bambú. No es tan lenta como otras cañas que he probado y se pueden lanzar 15 m sin muchas dificultades. La probé con línea 3 y 4, moviendo mucho mejor la 3, con más soltura.



Como se ve en las fotos, la estética no es la mejor. Sobretodo las letras que no quedaron muy bien, pero bueno, de todo se aprende. Para la próxima pondré más cuidado en los detalles y haré mejores letras y pondré más interés en el anillado.


El atado de los ferrules no quedó excesivamente abultado, pero creo que lo puedo mejor para la próxima vez.



En conjunto no me disgusta como ha quedado la caña. Su fuerte es el comportamiento en el lanzado y acción de pesca. Donde cojea un poco es la estética. Pero la caña es totalmente funcional y no pesa mucho. Una vez acabada dio un peso de 95 grs. lo cuál está muy bien y no te destroza el brazo pescando.


En acción de pesca

La caña la estrené de una manera que jamás podría imaginar. Tuve que esperar unos meses para hacerlo debido a que en la zona en la que vivo la primavera se retrasa mucho y con el deshielo no es fácil pescar a seca a principios de temporada.

En mayo me hice una escapada a pescar a Navarra con Paco y algunos amigos más. En principio llevé la caña solo para enseñarla, sin intención de pescar con ella, pero me convencieron y al final la estrené ese día. 

No era el río más adecuado, pues es grande, profundo y a veces hay que pescarlo a ninfa. Pero quiso que ese día las truchas se movieran a seca, así que estrené la caña esa mañana con unas cuantas truchas de algo más de un palmo.

Por la tarde, en una zona de aguas lentas se empezaron a mover truchas de muy buen tamaño a la seca. Logré clavar y sacar una de unos 35 cm. que me dobló la caña muchísimo. Pero para lo que no estaba preparado era para la séptima trucha del día.

La estaba viendo en todo momento (aunque pensé que era más pequeña), comiendo a unos 6-8 metros de mi, como si no le importara que yo estuviera allí. Tras unos lances, pude hacerla subir con una emergente oliva y clavar esta preciosidad de la foto. Dio una buena pelea y puso a prueba la construcción de la caña, doblándola totalmente. En un momento dado, ella quería cruzar el pozo e irse a unos troncos sumergidos, donde seguramente tendría el perdedero, así que no tuve más remedio que pararla en seco, sin darle oportunidad a ganar profundidad ni agarrarse a la corriente. Iba con un 0,15 mm en punta, así que el bajo aguantó y la caña también. 



El vídeo me lo grabó Paco desde la otra orilla. No es de la mejor calidad y me avergüenzo un poco del grito al encestar la trucha, pero fue un grito de satisfacción. Creo que este pez cerraba el proceso de la fabricación de la caña. Fue algo así como su prueba de fuego y la pasó con creces.


Durante todo el verano he usado la caña de vez en cuando. Creo que seis o siete veces. No todos los escenarios son adecuados para ella. Aunque pensemos en ríos pequeños de montaña como el mejor de los lugares para este tipo de cañas, es algo equivocado. Las pequeñas cañas de bambú se desenvuelven bien en ríos donde poder lanzar unos metros de línea. Los ríos de montaña, donde hay que puntear con el bajo de línea y uno o dos metros de cola de rata, no son los más adecuados.

Así que la he llevado a aquellos ríos o escenarios donde me permiten sacar 6-10 m. de línea. Donde puedo disfrutar del lance con una caña de bambú. Salvando el primer día con aquellas truchas gordas, las demás que he sacado con esta caña han sido truchas de palmo, alguna de 30 cm., que son lo normal para este tipo de cañas ligeras. Para esos días completo el equipo con una pequeña sacadera de madera de la marca Orvis y una clásica caja de moscas de Richard Wheatley que le dan al conjunto un toque clásico que me encanta.


Cuando escribo esto, ya estoy en proceso de fabricación de una segunda y una tercera caña. Os animo a aquellos que estéis pensando en meteros en el mundo de las cañas de bambú a que lo intentéis. Hay mucho mito detrás de todo esto que hace que pensemos que hay que ser especial para fabricarse una caña de bambú. No es así. Desde luego hay que tener paciencia y aprender muchas cosas, pero creo que está al alcance de la mayoría de gente. Puede que las primeras no sean las más bonitas, tendrán fallos, los punteros tendrán sus curvas, pero eso se mejora con la experiencia y el tiempo. Creo que es un reto muy bonito para aquellas mentes inquietas con ganas de marcarse un reto y salir de la zona confort.

Como reflexión final solo os pido que si alguna vez sois dueños de una caña de bambú, no consintáis que sobre ella caiga "la maldición del armario", como dice mi amigo Paco. Esta maldición consiste en guardar el bambú en un armario y solo sacarlo para admirarlo y volverlo a guardar. Son cañas muy bonitas, pero siguen siendo cañas y hay que sacarlas a pescar varias veces al año, porque no solo fueron hechas para ser admiradas, sino usadas.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Aventuras y desventuras de un novato del bambú (VII)

Tras finalizar el blank de bambú, era hora de fabricar y montar el resto de elementos de la caña.

Haciendo siempre caso de las recomendaciones de mi amigo Paco Lizarraga, elegí las peores rodajas de corcho de que disponía pues nunca antes había fabricado una empuñadura. Es cierto que el corcho que compré era de muy buena calidad, por lo que elegir las peores fue complicado.

Para ello usé una varilla roscada de 8 mm impregnada de aceite para evitar que el pegamento se agarre a ella, arandelas, dos tuercas para hacer el contratuerca en uno de los lados y una palomilla para apretar el conjunto.



Usé 13 rodajas 1/2  pulgada de grosor (12,7 mm) y 1 pulgada de diámetro (25,4 mm) que dieron una longitud de 16,5 cm de longitud. Suficiente para una caña tan corta. El agujero que traía el corcho era de 6 mm, pero yo lo agrandé hasta los 8 mm con una broca. El diámetro del corcho, aunque fue al final suficiente, a lo mejor debía haber sido algo mayor para tener más material con el que trabajar. Tal vez la mejor opción debería ser 28 o 32 mm de diámetro. En mi segunda compra de corcho he comprado de 32 mm, que usaré para las partes más gruesas de las empuñaduras.

Para pegar las rodajas usé cola de carpintero Titebond III resistente a la humedad. Apliqué la cola, apreté bien las dos tuercas entre si para hacer un punto fijo en la varilla y fui apretando la palomilla hasta que me pareció que todas las rodajas quedaban bien unidas sin huecos entre ellas. Dejé secar hasta el día siguiente.

Para tornear la empuñadura me fabriqué un rudimentario torno con un soporte de banco para taladro (a la venta en cualquier centro de bricolaje o internet) y un taladro muy barato chino comprado en el Carrefour con selector de velocidad.


Como contrapunto, o más bien a modo de luneta, usé dos tablas de contrachapado unidas a 90º y que luego atornillaría al banco de trabajo. En la tabla vertical hice un taladro pasante (aquí hay que tener cuidado de hacerlo a la misma altura que el portabrocas del taladro) donde metí a presión  un rodamiento con agujero interior de 8 mm (igual al grosor de la varilla roscada) donde apoyaría el conjunto cuando este girara. Más difícil de explicar que de fabricar.


En el extremo más grueso dejé una arandela que era exacta en diámetro al grosor que le quería dejar en ese lugar a la empuñadura y así me servía de guía para saber hasta donde sacar material.
En el extremo fino, donde se produciría la transición al blank, puse solamente una tuerca para que me permitiera comer más corcho en ese lugar.


He torneado la empuñadura con lija para madera. Empecé usando lijas del 40 y 60, pero enseguida vi que no hacía falta que fueran tan gruesas. Con la de 120 me ha bastado para darle forma. Primero dejé un cilindro más o menor uniforme. Luego fui comiendo la empuñadura según el perfil que quería, que en este caso seria tipo cigarro. No me he ceñido a ninguna media en particular, solamente he tenido cuidado en la unión del corcho y el blank ,y del corcho y el portacarretes, que ahí si que las medidas debían ser más concretas. El resto de la empuñadura la he hecho probando de vez en cuando a agarrarla y ver donde tenía que quitar material para que me fuera cómoda.


Para rematar la empuñadura he usado lija del 240 para afinar y del 360 para dejarla impoluta. No he usado masilla reparadora de corcho para tapar agujeros. Alguno había pero no me parecieron excesivos.

Una vez acabada la empuñadura, la he desmontado y con una lima redonda le he ido agrandando el agujero para poder meterla en el blank. He visto que el corcho en la parte superior, donde irá el Winding Check, era algo grueso, así que la he vuelto a tornear un poco para que quedara mejor, afinando un poco la punta.



Una vez que todos los elementos llegaron (portacarretes, anillas, ferrules...) he procedido a cortar a las medidas definitivas el blank, teniendo en cuenta el diámetro interior de los ferrules, la posición de la empuñadura y el portacarretes. No lo voy a negar, eso de cortar tu blank acojona. 
Para ello he usado un pequeño serrucho usado para la construcción de maquetas, con un diente muy pequeño que hace unos cortes muy limpios y precisos. 
En este momento ha sido cuando he puesto en valor el consejo de Paco de que dejara cada tramo del blank 5-10 cm más largos por cada lado.


Luego he realizado un "montaje en seco sin pegamento para ver que todo encajaba bien.

Para el montaje de estos elementos me he ayudado de un útil rudimentario compuesto por dos trozos de contrachapado, donde uno tiene un agujero lo suficientemente grande para pasar el blank, pero no tanto para que pase el Winding Check y dos agujeros para unas varillas roscadas. El otro trozo tiene los agujeros para las varillas pero solo tiene un pequeño rebaje hecho con una broca plana donde apoyar el portacarretes. 

Para unir alineadas todas las partes, me he ayudado de cinta de carrocero, donde he dibujado una línea en la cinta en el lugar donde debería ir el carrete. He usado epoxi de 24 h. de secado para que me diera tiempo a alinear y corregir sin prisas. Luego he apretado las palomillas y he dejado prensado todo un día. Eso sí, antes de que seque el pegamento hay que eliminar los sobrantes, con especial atención al hueco donde irá alojada la patilla del carrete, no lo vayamos a bozar de epoxi y luego no pueda entrar la patilla.

Un tema que quiero señalar es que la zona del blank que quedó dentro de la empuñadura, la lijé un poco para eliminar los restos de cera del pulido y que quedara una superficie rugosa donde agarrarse el epoxi.En la zona del portacarretes agrandé la sección del blank con unas vueltas de cinta de carrocero que le di en tres zonas separadas, para que quedara centrado pero que a la vez hubiera huecos que quedaran rellenos de epoxi.


Para el montaje de los ferrules, y como no dispongo de torno, he usado el método de rebajar las puntas del blank con lija. Para ello, con mucha paciencia, me he sentado tranquilamente en una silla he ido girando el blank con la mano derecha dentro de un papel de lija que iba apretando poco a poco con la izquiera. Así he rebajado por igual las aristas del blank, consiguiendo un cilindro más o menos perfecto. A base de ir probando a meter la punta en el ferrule conseguiremos la dimensión adecuada.


Los ferrules que compré fueron de la talla 12/64 que eran los recomendados en el libro para este perfil de caña. En teoría deberían venir ajustados, es decir, que el macho entrara en la hembra perfectamente, o al menos así los pagué yo. La realidad es que no venían ajustados y tuve que ajustar el macho para que entrara en la hembra.

Para ello usé mi taladro de columna a bajas revoluciones. Este método según me han comentado puede ser una temeridad, pues es muy fácil pasarte lijando. A mi me ha funcionado pero es cierto que te puedes cargar el ferrule, pues una vez que te pasas lijando, no hay vuelta atrás.

Yo lo que hice fue usar uno de los trozos que corté del blank de bambú. Lo redondeé con una lija hasta que me entró a presión en el ferrule. Luego sujeté el conjunto por el bambú al portabrocas del taladro y lo hice girar a bajas revoluciones. Con un pequeño taco de madera y lija de metal del 1200 mojada con aceite, he ido limando poco a poco el macho, midiendo cada poco con el calibre y viendo si entraba en la hembra. En cuanto el macho entraba ajustado y al sacarlo hacía un plof! he parado de limar. Luego le he dado un poco con un trapo untado en pasta verde de pulir.


Los ferrules tenían un color níquel que a mi no me gusta. Para oscurecerlos los he pavonado en frío con el líquido de la foto.


Les he dado cuatro baños en el líquido con otros tantos enjuagues en agua. Para no tocarlos con la mano los he metido a presión en dos varillas de madera. Aunque no se ve en la foto, la parte del ferrule macho que va dentro de la hembra lo he tapado con cinta de carrocero durante el tratamiento para evitar que esa zona cambie de color.


Tras el pavonado le he dado un par de capas de barniz acrílico transparente mate. A mi me gusta el aspecto en que han quedado de los ferrules.


Luego he vuelto a revisar que los ferrules encajen bien en el blank y que al montar las dos partes de la caña quedan rectas y no se tuerza la unión para ningún lado. Una vez comprobado esto, he pegado con epoxi los ferrules y los he sujetado con numerosas vueltas de backing para que las aletas de los ferrules queden en su sitio bien pegadas al blank.


Ya solo falta ponerle las anillas. Otra tarea que nunca había hecho y que sería mi primera vez.

 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Aventuras y desventuras de un novato del bambú (VI)

Una vez la cola secó, procedí a retirar el hilo con el que até los blanks. Sacar el hilo no fue difícil, pero al usar hilo de algodón, éste dejó muchos restos en forma de pelusa que acabó pegada al bambú. Tal vez en este punto use hilo sintético en un futuro con la esperanza de que deje mucha menos pelusa.



Con la rasqueta fui quitando muchos restos gruesos. Hay que tener cuidado de no quitar más allá del pegamento seco y la pelusa, y de no estropear con la cuchilla el bambú.





Luego con lija muy fina y lijando a favor de beta, fui retirando los últimos restos y dejando una superficie lo más fina posible.

Sobre el acabado final de la caña he leído y visto bastante. Unos prefieren ciertos barnices como el barniz marino, otros barnices con protecciones UV y alguno (pocos) prefieren acabados en aceites (tung, linaza, danés…). También hay muchas formas de darle los acabados: por inmersión, a muñequilla, con pistola… También hay gente que prefiere barnizar antes de anillar, otros con las anillas puesta y algunos barnizan una o dos veces el blank, anillan y vuelven a barnizar un par de veces.



Yo me decanté por lo que me resulta más familiar y sencillo. No tenía preparado ningún tubo para barnizar por inmersión. Además no dispongo de un lugar lo suficientemente alto para poder meter y sacar un tramo tan largo como es el de una caña de dos tramos. Tampoco me convence eso de barnizar una vez has anillado. No sé, me gusta más anillar una vez que el blank esté acabado. Supongo que es cuestión de gustos y rarezas.

Por todo ello opté por barnizar a muñequilla (tarea que ya había hecho antes con la madera) y tras mucho leer, me decanté por el Tru-Oil, que es un aceite destinado al barnizado de culatas de rifles y escopetas. Esta manera de hacer las cosas tiene pros y contras. Como pros tiene que es fácil de aplicar y como contras que no es un acabado tan duro como un barniz de poliuretano y que hay que dar muchas manos.



El proceso es sencillo. Limpié cada blank con un trapo humedecido para quitar los restos del lijado y que no hubiera ningún tipo de polvo. Luego en uno de los extremos de cada parte le até un bucle con un cordel y cinta de carrocero para poder colgarlas una vez barnizadas para el secado. Es cierto que donde está la cinta de carrocero no barnizas, pero hay que tener en cuenta que los tramos aún hay que cortarlos a las medidas definitivas.

Para aplicar el aceite no hay que fabricarse una muñequilla propiamente dicha. Es tan poca la superficie que tenemos que aceitar que sirve con un trozo de tela o trapo. Vale cualquier tela o trapo? No y rotundamente no! Es necesario e imprescindible que no suelte pelusa y eso es muy difícil de conseguir. Yo cometí el error de usar trocitos de un trapo que supuestamente no debería soltar pelusa, pero la fricción contra el bambú la acababa sacando. Lo mejor que encontré para este propósito ha sido una gasa especial que venden para barnizar a muñequilla. Yo he usado para cada mano un trozo nuevo de gasa, no he reciclado de una mano a otra.

Echas un poco de aceite en la gasa, empapas toda la gasa bien, lo suficiente para que deslice fácil por el bambú, pero no tanta como para dejar gotas. Frotas la superficie del blank, prestando atención dar aceite por cada una de las seis caras y con la precaución de no frotar muchos los vértices para no retira el aceite en exceso. Yo frotaba encima de un papel limpio sobre una mesa y a continuación colgaba el tramo por el bucle de cordel y le pasaba la muñequilla de arriba hacia abajo para retira cualquier impureza o gota que nos arruine el acabado. No hay que dormirse dando el Tru Oil, pues al poco de darlo comienza a secar y la muñequilla deja de deslizar con facilidad, arrastrando con ella parte del aceite que ha comenzado a secarse y dejando un mal acabado.



Luego dejaba secar cada tramo colgado, en un lugar sin polvo y a temperatura ambiente, durante un día. Cuando el aceite había secada y endurecido, le pasaba una lana de acero de 000 simplemente para retirar impurezas y dejar la superficie suave. Ojo con la lana de acero! Solo la pasaba muuuuuy suave entre capas con el fin de rayar mínimamente la superficie y así que la siguiente capa agarrara mejor. Cada tres capas si que ponía más interés para dejarla lisa y fina, pero sin pasarme porque las capas de aceite son muy pequeñas y podemos retirarlas con la lana muy fácilmente, arruinando el trabajo anterior. Hay que tener cuidado de no apretar la lana en los vértices, donde es más fácil retirar el aceite seco, además de ser una zona donde se acumula muy poco, provocando que esas zonas queden menos protegidas.



En el talón, después de la tercera capa, procedí a escribir el nombre y longitud de la caña. Desde luego la caligrafía fue uno de los fallos que tengo que mejorar a futuro.



Al final le di a cada tramo 11 capas de Tru Oil. No sé si son suficientes o no, el tiempo lo dirá, pero en caso de que no, es fácil añadir más capas.

En las capas 10 y 11, en vez de lana de acero 000, usé lana 0000, aún más fina y con el fin de pulir la superficie al máximo. Las dos últimas capas de aceite fueron realmente finas, echando muy poca cantidad en el trapo. Como pulido final, usé cera de ebanista y un trapo de algodón con el que froté cada blank enérgicamente.

lunes, 10 de mayo de 2021

Aventuras y desventuras de un novato del bambú (V)


Tras haber dado el tratamiento térmico a los triángulos primarios, ahora hay que darles el perfil definitivo. Por lo que leo, los rodmakers suelen darle a los moldes unas medidas intermedias, no definitivas, para cepillar los triángulos en dos pasos. Yo no lo hice así. Le di directamente las medidas definitivas al molde para cada uno de los dos tramos (primero uno y luego el otro). No puedo decir si es mejor de dos veces o como lo hice yo. Con el tiempo podré comprobar si es necesario ese cepillado intermedio.


Como era el primer blank que intentaba cepillar, elegí un perfil cualquiera, sin más. No es que quisiera hacer esta caña por ninguna razón en especial. Quería algo normal y fácil. El perfil lo saqué del mismo libro que me ha servido de guía en todo el proceso. Las medidas venían en pulgadas. Yo las he pasado a milímetros. Debe ser un pecado mortal esa conversión, porque en algún foro me han tratado como un hereje por ello. 


Lo primero que hice fue ajustar todas las estaciones del molde a las medidas correctas. Cuando ajustaba una estación, la siguiente y la anterior se desajustaban, por lo que tuve que ir corrigiendo los ajustes poco a poco hasta lograr que todos me dieran la medida deseada. En este punto me di cuenta que mi molde no era todo lo preciso que yo pensaba. La base de mi reloj comparador es tan ancha que tocaba en los carriles laterales de mi molde y entre estos carriles y el central, donde va el bambú, había a veces cierta holgura. Algo así como 5-7 centésimas de mm. Me di cuenta bastante tarde, pero bueno, para la siguiente caña ya he comprado una base más estrecha que solo apoya en el carril central.


He trabajado con dos cepillos. Uno regulado para sacar virutas de 0,10 mm para ir desbastando. Cuando estaba cerca de conseguir las medidas adecuadas, usaba el otro regulado a 0,05 mm.
Siempre he cepillado de la parte inferior hacia la punta. Cada dos pasadas giraba la varilla y cepillaba el otro lado. De vez en cuando iba comprobando (con el pie de rey) a ver si estaba rebajando los dos lados al mismo ritmo. También comprobaba que el ángulo de 60º se mantuviera en todos los vértices.


Para cepillar zonas de nudos (que es donde vienen los problemas) o para quitar virutas de una o dos centésimas de milímetro, usé un cepillo rascador. Con él le di las dimensiones finales a las varillas.


Una vez cepilladas las varillas del talón, di la vuelta al molde y lo ajusté a las medidas de la puntera.
He sacado lo que el molde y mi inexperiencia me han dado. Se que se pueden sacar mejores medidas y que he cometido errores. También que el molde tal vez no sea el más preciso del mundo (supongo, porque tampoco tengo con qué compararlo). De todos modos estoy satisfecho pues solo tenía 12 varillas, ninguna de repuesto, y no he malogrado ninguna. Además que son las primeras que cepillo en mi vida. 


Tengo que decir, que afilé los cepillos un par de veces por cada tramo de la caña, es decir, cada 3 varillas afilaba el cepillo. Al menos el que usaba para desbastar. El de afinar, al usarlo menos, creo que solo lo afilé una vez por tramo. No seas perezoso a la hora de afilar!!!
Por cierto, antes de el pegado, hay que matar con el cepillo todos los vértices interiores de las varillas, para que luego ajusten bien.


Luego vino el tema del pegado. Para mi supuso el mayor de los acojones y estrés máximo. Todo el mundo me recomendó usar epoxi de secado lento. Pero yo como soy como soy, había visto que alguna gente usaba cola amarilla Titebond III, que es una cola usada en ebanistería y resistente a la humedad. Como yo había usado mucho esa cola en mis proyectos de madera, le tenía mucha confianza y se de la resistencia de sus uniones, así que me decanté por ella. Solo tiene un defecto: tienes 10 minutos para poder trabajar con ella una vez aplicada.


Como soy un novato, decidí que pegaría cada tramo por separado. Un día uno y otro día otro. Bastante estrés tengo con uno solo como para pensar en pegar los dos. 
Lo primero es proteger el banco de trabajo o la mesa donde vayas a realizar el pegado. Yo le puse papel de pintor. 
Luego hice unos bucles con cinta de carrocero, dejando el pegamento hacía el exterior y así me sujetarían las varillas en su sitio mientras aplicaba la cola.


A mi me gusta aplicar mucha cola. Prefiero pecar de exceso que no quedarme corto. Lo único es que luego hay mucho que limpiar, pero prefiero eso a un fallo por un mal pegado por falta de cola. Para repartir la cola usé un pincel de los que uso habitualmente para aplicar cola o pegamento en carpintería, pero un cepillo de dientes valdría perfectamente.


Luego corté los bordes de los bucles de cinta de carrocero y con ella me ayudé para cerrar las varillas sobre si mismas, quedando todos los vértices en el interior. ¿Todos? Pues no, todos no. En la puntera, una de las varillas se rotó, quedando la parte exterior adentro y una de las interiores hacia afuera. Cagada! Aún así he acabado la caña por consejo de varios rodmakers que me dijeron que la misma podría funcionar perfectamente, más allá de la estética. La próxima vez marcaré todas las caras exteriores para comprobar que todas y cada una están en su lugar.


Inmediatamente después de aplicar la cola, procedí al atado con el atador. Come veis en la foto, es una guarrada. Todo se llena de pegamento, pues al apretar los tramos con el hilo, el exceso sale al exterior.


Cuando ya había atado en los dos sentidos, rodé y rodé el tramo atado por la mesa de trabajo para quitarle las curvaturas provocadas con las tensiones del atado y el pegado.
Con el proceso de rodar el tramo, gran parte de pegamento se queda en el papel que protegía la mesa, así que el tramo queda algo más limpio que cuando sale del atador.
 Cuando vi que aquello ya no lo podía enderezar más, le até un bucle en cada extremo. Luego colgué el tramo por uno de los bucles y le puse un peso en el otro. Lo dejé así un día entero, con la esperanza de que se secara lo más recto posible.


Inmediatamente después me puse a limpiar con un paño húmedo la correa del atador y todo el aparato para quitar los restos de cola, que eran numerosos.

La foto de abajo es un corte de sección del talón de la caña una vez pegada. La verdad que estoy muy contento como quedó. 


Esta segunda foto es un corte de sección del tramo de la puntera, que a pesar del error de la varilla girada, tampoco quedó tan mal. Desde luego no va a tener unas aristas perfectas, pues una de ellas está formada por el vértice interior de la varilla girada. Ese vértice lo había matado con el cepillo, por lo que no había una arista perfecta. Bueno, cosas que pasan por ser novato.


Para la siguiente entrada limpiaré el blank y le daré el acabado.