martes, 28 de abril de 2009

El país de los gigantes

Volví un día más a ese río que tanto me gusta pescar, a ese rincón donde abunda la soledad y yo, ciertamente, me siento agusto en la misma. El día es un día como cualquier otro. Nubes, claros, algo de frío, pero ni una gota. Vaya primavera!!


Voy ribera abajo, pescando, tranquilo, escuchando los pájaros. Llego hasta un desfiladero, donde las montañas se juntan mucho y el río baja muy apretado, estrecho, pero profundo. Nunca me había atrevido a pasar de este punto. Según me acerco un sentimiento de intranquilidad se apodera de mi. Lo que antes eran pajaritos piando, ahora son unos grajos negros como el carbón.




Poco a poco consigo atravesar el desfiladero, salvando rocas y jugandome el tipo un par de veces. Ahora el río fluye por un pequeño valle, sigue siendo profundo, pero transitable, al menos por la orilla, por donde discurre un pequeño sendero, sendero que en la estrechez del cañón había desaparecido, para reaparecer ahora de la nada. En una de las orillas hay una enorme casa de piedra. ¡Demonios! ¿quién pudo vivir ahí? ¡vaya tamaño que tiene!



Sin haberme quitado de la cabeza la duda del inquilino de la casa, observo que he llegado hasta una zona donde el valle se abre y las montañas se alejan una de la otra. El río ensancha y se vuelve poco profundo. Lo cruzo y al llegar a la margen contraria, descubro que el sendero se ha convertido en un ancho y cuidado camino. Pero un camino que va a dar a ¿dónde? No entiendo nada, una casa enorme y un cuidado camino en mitad de la nada, en mitad de... ¡ostias!, no sé siquiera donde estoy.



Avanzo por el camino, río abajo, intentando descubrir su principio y de repente rocas, enormes rocas surjen entre los robles. Son rocas solitarias, una aquí, otra allí, redondas y enormes, gigantes... ¡Ya está!, ya sé dónde estoy, en el país de los gigantes. He descubierto una entrada al país de los gigantes y éstos no pueden salir de él porque el desfiladero solo puede ser atravesado por seres pequeños, como yo. Y estas rocas seguro que forman parte de un juego de gigantes, algo así como los bolos celtas pero a lo enorme.
Por eso el pequeño sendero ahora es un camino, es un sendero de gigantes. En la enorme casa de piedra debe vivir el gigante que guarda la entrada a su país.






Junto al camino me sale al paso una extraña señal.





No veo a ninguno de estos enormes seres y si se acercaran los escucharía con tiempo suficiente para salir corriendo hacía el desfiladero, así que decido ponerme a pescar en su río, ese río que antes era pequeño y estrecho y ahora es ancho y apacible.





Siendo éste un río del país de los gigantes, supongo que sus truchas serán gigantes, por lo que pesco muy animado e ilusionado, soñando, iluso de mi, en un enorme pez, llegando en mis delirios a pensar que mi cañita será insuficiente o incluso que puede que corra peligro mi vida vadeando un río con peces de este tamaño.
En estos pensamientos estaba sumido cuando noto una pequeña picada a mi ninfa y clavo, mientras mi corazón se desboca creyendo haber clavado una colosal trucha.

Pues nada de eso. Al otro extremo del nylon, lucha si, colosalmente, una truchita de poco más de un palmo. ¡Vaya desilusión! Arriesgo mi vida en el desfiladero, pesco temoroso pensando que en cualquier momento un gigante me lanzará una de esas rocas por pescar su río y resulta que, en el país donde todo es gigante, saco lo que seguramente es la trucha más pequeña de las que allí viven.




Opto por recoger mi caña y volver sobre mis pasos. La noche está cayendo y trepar a oscuras las rocas no me hace mucha ilusión. Al cruzar el desfiladero vuelvo a ver a los grajos negros, allí, mirándome fijamente. Están esperando a ver si me despeño para luego aprovechar mi cadáver. En una de las planas e inclinadas rocas resbalo por toda ella hasta su borde. Un poco de musgo me frena. El corazón se quiere salir del pecho. ¡Malditos pajarracos negros!, hoy no me vais a comer los ojos.

14 comentarios:

  1. ¿Como eres capaz de crear semejante espectación en alguien que te lee?

    Me encantó este relato...Y el país de los gigantes, espléndido...

    La truchilla...me gustó más la del día anterior, pero no está mal.

    Bikos,
    p.d.- Hazme un cafée q tengo antojo de capuccino jajaja

    ResponderEliminar
  2. ...para mi sin duda la mejor historia ó entrada ,sin menospreciar todas las demás desde la primera hasta la última. Saludos

    ResponderEliminar
  3. Muy buena entrada. es una gran forma de relatar una salida de pesca!!
    Es fenomenal leer algo que se sale de lo habitual enhorabuena!

    ResponderEliminar
  4. Hola

    Me encantó ese relato, solo faltó la trucha gigante.

    Hoy hé pescado varios salmones..... de 15 cms hehe.

    Un saludo e gracias por hacer nos pasar un buen rato leyendo tus relatos e disfrutsando de esas magnificas fotos.


    Un saludo

    ResponderEliminar
  5. Precioso relato Alfonso.. los grajos negros y las truchas gigantes aún te depararán muchas aventuras que recorrer..
    Un verdadero placer leerte.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. Muy original el relato, Alfonso.
    Imaginate que hubiera salido la trucha gigante..jejeeje. Vuelves aunque te juegues ser devorado por gigantes.

    ResponderEliminar
  7. Pues casi de infarto y como de brujas que meten miedo si vas solo , y es un dia de esos oscuros y la s agrajas te atormentan.la proxima vez que vaya entro por abajo por lo ancho y asi a mis años me ahorro el infarto.Muy bueno,saludos.

    ResponderEliminar
  8. Estupendo relato de un lugar un tanto inhospito.
    Yo frecuento lugares así en mis salidas de pesca.
    A veces dejamos volar nuestra imaginación sobre cosas un tanto curiosas.
    Antes se construían molinos de agua que al mismo tiempo eran viviendas, en lugares apartados, lo que ocurre es que alguna gente se autoabastecía.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  9. Bravo Alfonso, este relato demuestra que creatividad narrativa, emociones y pesca no están reñidas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Gracías a todos por los comentarios. En verdad tengo que decir que el día de pesca fue mucho más largo, pero solo la parte final merecía la pena contarla. Intenté que fuera de una manera original y bueno, yo no sé escribir muy bien, soy de ciencias, no de letras, y me cuesta mucho trabajo hacerlo. Contar historietas de pesca puede resultar muy monótono, pues al final todo se va repitiendo. Esta vez solo hice que relatar lo que pasaba por mi cabeza mientras iba descubriendo un lugar nuevo.

    Los gallegos sabreis de sobra lo que significa la extraña señal, pero para los que no os diré que es una señal que marca el camino de santiago y el "camino de gigantes" no es más que el camino de santiago que pasa junto a al rio y que descubrí de casualidad.

    Al final mi intuición de que esa parte del río tenía una magia especial eran cierta.

    Un saludo a todos.

    ResponderEliminar
  11. Preciosa entrada, Alfonso. Enhorabuena. Siempre hay que mantener el espíritu de los cuentos.

    ResponderEliminar
  12. -Bueno Alfonso te he oido varias veces decir que escribes mal pues no es así.
    -Este relato es muy bueno.Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  13. Muy bueno. Donde es eso?

    ResponderEliminar
  14. Hola anónimo.

    Es en Orense, en un LSM de río Arnoia.

    Gracias por tu comentario, un saludo.

    ResponderEliminar